ENTREVISTA A MARÍA MORALES

ENTREVISTA A MARÍA MORALES

03/03/2022

El pasado mes de febrero, nuestra biblioteca municipal acogió a la escritora María Morales Mora, que presentó su primera novela, Formas de disparar un arma, con la editorial sevillana Maclein y Parker.

Una autora que ya había realizado numerosos relatos y que ha dedicado mucho tiempo a instruir a otras personas interesadas en la literatura como monitora en talleres de escritura en la provincia de Sevilla. Ha dirigido durante diez años estas actividades dirigidas a todos los públicos. María Morales es graduada Social Diplomada por la Universidad de Huelva, trabaja como asesora y formadora en igualdad para colegios, institutos de secundaria y asociaciones.

 

Esta autora ya había escrito numerosos relatos. Algunos de ellos se incluyen en La espuma de los jueves (2016), El pecado de los jueves (2018), Historias de un cuarto propio (2018) y Café, nudo y desenlace (2020). Todos ellos en compañía de autores y autoras de sus cursos.

 

  • Pregunta: ¿Cómo de importante ha sido tu trabajo en los institutos a la hora de abordar la escritura del libro?

 

Respuesta: Ha sido vital. El libro narra muchas cosas de índole diferente pero el hilo conductor que las une a todas es la escritura, la que se aprende en los libros y la que se enseña en las clases y talleres.

 

La experiencia con grupos, ya sean adolescentes o personas adultas, es la base de mi profesión como monitora. Sin ella, sin todo lo que he observado, escuchado y visto a lo largo de los años, el libro hubiera sido otro, quizá más abstracto y no tan práctico como, quienes ya lo han leído, me han dicho que es. Promover la escritura entre personas que a lo mejor nunca antes lo habían hecho, es uno de los pilares de mi novela. Uno de los motivos.

 

  • [P] ¿Cómo das con el título?

 

[R] El título me salió al encuentro cuando ya tenía otro (malísimo en realidad por lo que me alegro mucho del cambio), porque el título debe abarcar la historia que guarda sin destriparla del todo, además de aportarle sentido cuando terminas de leerla. Sé que «Formas de disparar un arma» puede resultar en principio impactante y hacer que te preguntes; ¿de qué va esto?, pero en cuanto empiezas su lectura entiendes qué significa ese «arma» para la protagonista de la novela y para qué puede servirle.

 

Por eso me alegré mucho cuando mi editorial, Maclein y Parker, eligió una portada tan impactante como su título sin incluir, era una opción, una pistola. También la ilustración toma sentido cuando conoces la historia que narro. Una niña con miedos, complejos y libros que se convierte en una mujer mientras aprende y se defiende. No puedo desvelar más.

 

  • [P] ¿Con qué edad pasas a la acción y decides empezar a escribir en serio?

 

[R] Si por «en serio» entendemos «con intención de publicar» tengo que decir que a los 45. Ya no soy una joven promesa. Pero, en realidad, escribo historias desde que era pequeña con todas las faltas de ortografía del mundo y, más tarde, con interrupciones, casi toda la vida. Siempre lo he hecho en serio, con la intención de hacerlo todo lo bien que sabía en cada etapa. Se puede ser escritora o escritor sin haber publicado jamás. La escritura, una vez que empiezas, se convierte en algo importante y trascendente.

 

El motivo de pasar a esa acción que mencionas no suele ser uno; porque me gusta (sería lo primero que me viene a la cabeza), porque necesito contar algunas cosas (que me pasan o preocupan o no me gustan, o sí pero no las entiendo) y porque, como dicen algunos, no sé hacer otra cosa mejor. No sé expresarme si no es a través de las palabras. Pasar de esa intimidad a la acción (haciéndolo público) ha sido como jugar a una de las premisas del maestro Gianni Rodari “Qué pasaría si…” Y esta novela es el resultado.

 

 

  • [P] ¿Sufriste algún tipo de marginación o bullying en la escuela?

 

[R] Por fortuna, no. Pero sé que es un verdadero problema en la vida de muchos chicos y chicas porque disponemos de algo que antes no teníamos; los móviles e internet. El bullying ya no acaba en el horario escolar, no hay sitio para esconderse, ni siquiera cuando llegas a casa.

 

En los institutos suelo hablar del tema. La situación llega a veces a unos extremos que solo generando empatía entre el alumnado, podemos pedirles que no callen, que no sean cómplices. Hay que movilizar y sensibilizar a la mayoría. La adolescencia es un momento de la vida muy complejo. Ni somos niños ni somos adultos. No encajamos en una parte ni en la otra y hay que ir a tientas con todas las dudas, cambios de humor, angustia e interrogantes que se nos plantean. No tenemos más que recordarnos a esa edad.

 

Puedo contarte una anécdota que siempre me hace pensar. Cuando en los talleres infantiles de escritura explico a las niñas y niños qué es un cuento y que es necesario que haya un problema para que el personaje avance, suelen mencionar el acoso en clase (burlas, marginación) en proporciones muy altas y cuando me preguntan si eso es un verdadero problema me alarma y me hace pensar. Son problemas muy duros.

 

  • [P] ¿Qué consejos darías a las jóvenes lectoras y futuras escritoras?

 

[R] Que sigan, que escriban si es lo que les gusta y les permite expresarse. Y que lean, que lean mucho. Los libros son los mejores profesores para quienes escribimos y en un buen libro cabe toda la teoría narrativa del mundo. Les diría, y les digo cuando tengo ocasión, que escribir nos permite ser otras personas, vivir más y de maneras diferentes. Nos da poder, nos deja experimentarlo todo, mover el tiempo a nuestro antojo, podemos borrar y empezar de nuevo. La vida no deja hacer nada de esto. Solo por eso, que escriban.

 

  • [P] ¿Qué géneros o subgéneros estamos perdiendo? ¿Cuáles rescatarías?

 

[R] Más que perder géneros, tengo la impresión de que en la actualidad se reactivan. No hay más que entrar en cualquier biblioteca o librería y ver que cada vez hay más secciones, más géneros y más edades de lectores. La fantasía, el terror, la novela romántica, gótica, erótica, negra, ciencia ficción, misterio… Hasta el western está resucitando. Y luego está la mezcla de géneros, los libros híbridos que aúnan, como es mi caso, el ensayo, los relatos, la biografía y la ficción.

 

 

  • [P] ¿Tienes en mente otra novela? ¿Piensas en otros estilos?

 

[R] Siempre tengo en mente una novela nueva, aunque puede que no se materialice o lo haga convertida en otra cosa. Creo que eso nos caracteriza como escritores, que siempre estamos escribiendo algo aunque no hayamos cogido aún el lápiz, vemos historias por todas partes.

 

No sé hasta dónde me llevará esto pero cuando quiero airearme y tomar distancia, escribo también relatos cortos. Me gustan y me dejan ensayar y tantearme.

En cuanto al estilo, pienso en él sin obsesionarme, sería absurdo. El estilo es la forma en que moldeamos las palabras para dar vida a una historia y sus personajes. Solo cuando sabes qué vas a contar empiezas a pensar en el estilo, en la forma que necesitas darle. No te he respondido a la primera pregunta, lo sé, pero es que en este punto de mi proceso creativo todo puede pasar. Y también es bonito.

 

 

  • [P] Háblanos sobre la “escritura de la memoria”.

 

[R] No recuerdo de quién es la frase: «La memoria es la infancia del escritor». Pero considero que es justo así. La memoria es una fuente de la que sacar cubos, es nuestro registro esencial de vivencias y sentimientos, también de sensaciones. Y esa es la materia prima del escritor. Luego podemos utilizarla para ordenar y ordenarnos, encontrar sentido a lo que nos pasó, ajustar cuentas con nuestro pasado, darnos cuenta de su valor. Pero también se utiliza esa literatura de la memoria para hacer ficción.

 

No hace falta escribir de uno mismo, no se trata de hacer autobiografía a todas horas, no. Hace falta que, si me propongo narrar la historia de un personaje que fracasa de manera cruel y dolorosa, en mi memoria haya recuerdo de la crueldad y el dolor y cómo se puede sentir alguien (el personaje en este caso) para poder traspasárselo a él. Puede que yo fracasara en una relación de pareja o mi intención de ser madre o de querer adelgazar (cada cual tiene lista de fracasos) y que el personaje lo haga al no alcanzar un puesto de relevancia en su empresa después de haberlo apostado todo (vida, pareja, familia). Ese sabor que nos deja el fracaso, ese sentimiento de dolor, viene de nuestra memoria.